Los poemas de Castiñeira se saborean como quien cata un buen vino. Encontramos en ellos ecos de Miguel Ángel Velasco, reflejos de Corredor-Matheos, el sabor a barrica vieja que da el reposo de sus versos, el hacer sin prisas.
José Castiñeira siempre será un nómada. Para llegar a sus lectores, ha sido capaz de salir de él, y por el camino, ha construido este rumor antiguo de casa, pan, cereal o cerveza que se alza ante nosotros. Pequeños tesoros de biblioteca que tienen, un qué sé yo, un algo que me arranca una sonrisa, un suspiro, una tristeza; será que tienen mundos o alma.
Castiñeira siempre será un nómada, pero esté donde esté, ha llegado a nosotros para quedarse. ¡Escucha!, poco a poco avanza por la calle un sonido de pasos de madera.
Jorge Espina
Descargas: